martes, 31 de agosto de 2010

Contrariedades Contractuales:

Nuevamente dándome a la tarea escribir una entrada en mi blog personal después de un ajetreado fin de semana tras cumplir ya 26 años de edad que por cierto agradezco a mis familiares, amistades y demás gente que aprecio su atención y consideración por los detalles y atenciones recibidas Todos Uds. Saben quienes son!! Y lo mucho que los quiero y aprecio!!.

- Ahora bien dejando agradecimientos y muestras de aprecio de lado y volviendo al tema que convoca la entrada del día hoy me orillo a escribir un poco acerca de los contratos su finalidad y su necesidad inherente a raíz de un suceso ocurrido a manera de “favor familiar” que se dió la semana pasada.

Por hoy no pretendo exponer bajo ningún termino y bajo ninguna razón en que redunda la elaboración de un instrumento contractual o la finalidad de su solicitud; sin embargo la presente entrada tiene como vista únicamente concientizar al público en general la necesidad fundamental de elaborar estos mecanismos legales que si bien están lejos de ser total y completamente perfectos, sirven y sustentan de manera cierta e indudable una especie de seguridad y certeza jurídica de quienes los suscriben.

Hoy en día es muy común escuchar expresiones tales como “papelito habla” ó “lo escrito tiene más valor que lo hablado”; en parte en materia de Derecho realmente se da una situación muy peculiar a mi punto de vista por ejemplo en épocas de nuestros abuelos y demás tiempos de antaño: “Toda palabra era Ley”, realmente existía un compromiso firme de honor y moralidad encaminado a la rectitud de nuestras acciones lo cual desgraciadamente es muy raro ver estas actitudes hoy en día, salvo como todo casos mera y esporádicamente “excepcionales” (se me viene a la mente una situación que tuve con un taxista el mes pasado en relación a la CONFIANZA jajaja).

La cuestión paradigmática aquí radica en enfocarnos si realmente se puede confiar en la “palabra”, voluntad ó buena fe de alguien. Una cuestión que lejos de ser materia de análisis subjetivo e intrínseco personal va en relación directa con los valores éticos que ostenta la persona misma como la Honestidad y Respeto por mencionar algunos ejemplos. Pero si bien es cierto lo escrito jamás estará peleado con lo platicado el dejar una constancia de un acto jurídico a realizar debe ser una acción consuetudinaria en el acontecer diario.

Pero yo me pregunto: ¿Qué es un contrato?
El Diccionario de la Real Academia, diccionarios jurídicos y doctrina civilista concuerda que un contrato es un acuerdo de voluntades manifestado en común entre dos ó mas personas con capacidad legal que se obligan bajo las condiciones establecidas en virtud del mismo, lo cual a razón de materias jurídicas existen en distintas modalidades y clases de acuerdo a las necesidades que reinan en las partes contractuales.

Si bien es cierto tal instrumento en cuanto a su necesidad y formalidad redunda en todo universo jurídico ya que como sociedad se reclama hoy en día una obligación más allá de todas las palabras que en muchas ocasiones como diría mi abuelita: “se las lleva el viento”.

La coercitividad y el forzoso cumplimiento de lo establecido en un contrato se realiza a cargo de los Órganos Jurisdiccionales los cuales estudian el instrumento contractual y conforme a la legislación vigente aplicable estudian e interpretan las voluntades de las partes, he de ahí la mayor contrariedad al no realizarse un instrumento adecuado.

La necesidad de elaboración de un contrato como abogado y buen asesor jurídico es TOTALMENTE recomendable para todos los casos hoy en día es una verdadera obligación que debe siempre imperar en establecer esta recomendación incondicional al cliente que a fin de cuentas podrá evitar muchos problemas futuros con la simple elaboración de este instrumento. El contrato cumplirá con la finalidad para lo cual se establece y sin lugar a dudas podrá coadyuvar de forma cierta al fin deseado.

Aunque no todo viene a ser de color rosa, las dificultades en la elaboración y fundamentacion legal de dicho instrumento viene a asemejarse a un arte cuyo esmero y práctica llevara a la inutilización de los “machotes” u otros esqueletos elaborados que para bien o mal utilizan muchos leguleyos.

El caso que se me presentó a mí es prácticamente una elaboración de un instrumento legal acorde a una situación muy especifica pero que va más allá de toda labor de desarrollo, si no es mi entera obligación jurídica de dar una completa asesoría puesto que el Derecho por su naturaleza cambiante puede contraponer deseos y presentar numerosos problemas en interpretaciones o mala fe de una de las partes, el buen abogado debe solucionar problemas pasados, solventar situaciones presentes y prever problemas futuros, lo cual muchas veces no se explica con la amplia claridad adyacente.

No veo caso alguno establecer un cuadro comparativo de los pro y contras de la elaboración de un contrato, establecer la clases existentes o las finalidades de cada uno de ellos ya que no es ninguna obligación del particular conocerlos; Sin embargo para una situación muy común como una compraventa de bien mueble, inmueble u otra modalidad que se vive a diario bastará la sola y simple decisión de cada una de las partes su elaboración. A mi en lo personal sólo me resta añadir que cuando existe la buena fe y la voluntad libre de vicios no debe existir impedimento alguno para la celebración de un contrato que al final de cuentas presentará una constancia escrita válida dentro del mundo jurídico del hecho o acto realizado.